Eran cerca de las 9 de la mañana del sábado tres de marzo, cuando un grupo de ocho niños en compañía de sus padres, llegaron a vivir su experiencia en el Parque Ecológico Cascadas de Juan Curí; entre ellos se encontraban Jesús Santiago Alvarado Hernández, Catalina García Acosta y Jorge Daniel Torres Muñoz (de 12, 13 y 14 años de edad respectivamente).
El lugar escogido para que los niños pasaran una mañana agradable está ubicado en el kilómetro 22 vía San Gil – Charalá, en Páramo, Santander. Construido sobre 20 hectáreas, es uno de los lugares representativos para el desarrollo de actividades turísticas como torrentismo, caminata ecológica y cabalgata.
A los ocho años de edad Alvarado Hernández vivió por primera vez la experiencia del torrentismo, “mi papá es guía turístico y siempre que lo acompañaba a su trabajo le insistía que me dejara hacer torrentismo, ver cómo la gente gritaba y bajaba feliz me emocionaba y yo quería sentir esa adrenalina”.
Tras caminar 20 minutos, los tres niños, uno de los guías turísticos (Levynson Castellanos Morales), Pedro García Tovar y Alberto Torres Moncada, llegaron a uno de los descensos de las cascadas de Juan Curí. La menor García Acosta, viviría su primera experiencia. Ansiedad, incertidumbre y emoción fue lo que manifestó sentir al ver la caí- da de 70 metros a la que se iba a enfrentar en contados minutos. “Es una mezcla de emoción y nervios, pero me muero por hacerlo”, dijo la niña.
Para Torres Muñoz este sería su cuarto salto, aunque son pocos los descensos realizados, le atribuye una importancia significativa a esta actividad, “para mí el torrentismo representa vida, contacto ecológico y adrenalina, lo incluiría en mi rutina diaria, pero me toca rogarle a mi papá que me traiga, pues para él que me lance de esa cascada representa una posibilidad de perderme”.
Antes de asumir el reto de bajar por la superficie rocosa, ponerse el casco, guantes y arnés es la primera instrucción que les da Castellanos Morales a los pequeños, después de esto les indica cuál es la postura adecuada, “vamos a llevar siempre el cuerpo hacia atrás, piernas rectas, hacia adelante y separadas al anchor de los hombros, las plantas de los pies totalmente apoyadas sobre la roca, el torso lo llevan hacia atrás y sacan las nalgas”, señala el guía.

Una risa nerviosa se apodera de García Acosta y un “no, no voy a ser capaz, tengo mucho miedo”. Mientras que Alvarado Hernández que lleva tres años asistiendo a la cascada a realizar el descenso, intenta calmarla diciéndole “lo vas a disfrutar, no mires para abajo y apoya bien los pies, pon tu mano más débil en la parte de adelante de la cuerda, sin hacer fuerza, de lo contrario vas a terminar muy adolorida”.
Ella atenta lo escucha y detalla la técnica que le está explicando, “solo es mantener la mano semiabierta para que la cuerda simplemente resbale, la mano más fuerte llévala a la parte de atrás de la cintura agarrando la cuerda, con esta mano debes tirar la cuerda de una forma fuerte para lograr agarrarla con la mano que tienes adelante y de esta forma la dejas deslizar y ahí es donde comienza la diversión, es el momento de saltar”, añade Alvarado Hernández.
Si bien en la práctica del torrentismo prima la flexibilidad, el equilibrio y la coordinación más que la fuerza, un mínimo de esta última es necesaria para tener un mejor manejo de las cuerdas en el momento de descender.
Un grito fuerte ¡mamá, qué emoción! evoca la pequeña de 13 años al dar su primer salto, los aplausos por parte de los dos niños que esperaban inquietos la llegada de su turno, se escucharon al compás de los chorros de la cascada. “Excelente Catalina, sigue así, lleva todo tu cuerpo hacia atrás, halas cuerda, la dejas deslizar y saltas hacia atrás”, grita emocionado Alvarado Hernández.
En la parte inferior de la cascada se encuentra José Alvarado Fernández, guía turístico y padre de Santiago, manipulando la cuerda a la que se encuentra sujeta la niña que va en descenso. Su papel es clave en la seguridad de esta actividad: “desde aquí abajo estoy pendiente de frenar el movimiento de la persona que viene bajando. Si lo veo necesario y me doy cuenta que va para un lado y otro corriendo el riesgo de golpearse con las rocas, con fuerza la detengo y la pongo en la dirección correcta”, aseguró el hombre de 40 años.
Sobre las 11:30 de la mañana culminó la jornada que empujó los límites aventureros de los tres menores de edad quienes coincidieron afirmando que es una de las mejores experiencias que han tenido porque les genera confianza en sí mismos, concentración y diversión.

Actividad física para el desarrollo de la niñez
El deporte extremo desarrollado desde una edad temprana, permite tanto mejorar el rendimiento físico del niño como facilitar su socialización con otros niños estimulando su desarrollo. “En los niños este tipo de ejercicios, representa un juego, un estimulante que genera emociones, ayuda al desarrollo psicomotor y uno de los neurotransmisores que actúa a nivel cerebral cuando practican deportes extremos es la adrenalina que acarrea un estado momentáneo de euforia, de máxima energía y de capacidad de acción”, asegura Natalia Espinosa Rincón, psicóloga clínica.
Sin embargo, ciertos parámetros deben tenerse en cuenta para garantizar la seguridad del menor, desde la psicología se afirma que necesariamente los niños en este tipo de distracciones deben contar con un acompañamiento profesional, ya que, “cuando la adrenalina sale al torrente sanguíneo juega un papel al enfrentarse a lo novedoso, a lo retador y hace que la persona experimente unas emociones intensas y es allí donde el control se pierde. Estas condiciones los puede poner en riesgo de perder la vida porque los niños y los adolescentes no miden consecuencias”, explica Espinosa Rincón.
Cabe resaltar que el deporte influye en el desarrollo integral del niño, entre las ventajas se encuentra el contar con un grado mayor de atención, compromiso, disciplina y sentido de responsabilidad en relación con un niño que no sea activo en este aspecto.
“El deporte crea hábitos que ayudan a la formación del individuo más allá de lo que pueda lograr como deportista, ayuda a la persona a tener unas mejores disciplinas. Respecto a la práctica del deporte extremo desde la niñez, ésta ayuda a generar habilidades y capacidades que le van a permitir ser un mejor ser humano, un niño que lleve a cabo un deporte extremo va a tener una mayor seguridad en sí mismo y concentración”, resalta Hugo Eduardo Guerrero Bayona, Deportólogo.

Técnicas y reglas
Las actividades extremas y de aventura suelen tener un estilo libre y una aparente ausencia de reglamentación a diferencia de los deportes tradicionales como el fútbol, baloncesto o la natación, no obstante, no se debe desconocer que sí existen técnicas y normas básicas de seguridad para su desarrollo.
Los requisitos para la operación de actividades de canyoning en turismo de aventura, fueron estipulados por la Unidad Sectorial de Normalización para el Subsector de Agencias de Viajes, Usnav, bajo un documento expedido el 16 de diciembre de 2015, denominado Normas Técnicas del Subsector de las Agencias de Viajes, Ntsav. Las instrucciones que reciben las personas para llevar a cabo esta actividad son un resumen de lo consignado en las normas antes mencionadas.
Castellanos Morales, guía turístico desde hace siete años, antes de dar inicio lo primero que comunica es que “para hacer torrentismo es necesario un equipo de seguridad que consta de un casco, guantes, un arnés que tiene un aro metálico ‘el mosquetón’ que conecta las cuerdas y un aparato de freno al que se conoce como el ocho y la cuerda doble por la cual van a descender”.
Padre de familia ¿qué debe tener en cuenta?
Lo más importante es que la realización de esta actividad sea 100 % un gusto del niño, así lo argumenta Guerrero Bayona, “hoy se utiliza mucho la presión por parte de los padres hacia los pequeños, existe una tendencia a imponerles qué actividad física desarrollar”.
Orientar a un padre que tenga hijo entre los 6 y 18 años de edad es clave para el momento en que ellos inicien las distintas etapas deportivas. Guerrero Bayona opina que “la presión que se maneja por parte de los papás es alta, contamos con padres que quieren que sus hijos sean campeones mundiales o nacionales a los ocho o nueve años de edad, dejando de lado que la práctica del deporte no es un ejercicio aislado en el proceso de formación de sus hijos”.
De este modo, al ser el deporte pieza fundamental en la formación y desarrollo psicológico y físico de los menores, Guerrero Bayona señala la importancia de realizar un examen de actitud física por parte de un médico que “de fe que el niño cuenta con óptimas condiciones para realizar determinada práctica deportiva y se chequee el funcionamiento del corazón, pulmones, oídos, sistema óseo, músculos, flexibilidad y visión”.
Una de las limitaciones para realizar torrentismo, por el que agencias de turismo cobran 60 mil pesos, es la edad mínima para ingresar que es 10 años, sin embargo, no se relaciona el peso corporal en la norma que, según los expertos, para la niñez debe ser entre los 25 y los 50 kilogramos.
Por Ximena Herrera Monge
sherrera380unab.edu.co