
Por María Lucía Bayona Flórez / mbayona560@unab.edu.co
Entre de los reptiles que se encuentran en el departamento, existen aproximadamente 75 especies de serpientes. De acuerdo con el biólogo Jeisson Gómez Robles, no todas representan una amenaza para las personas y la mayoría son inofensivas. Siete de estas son especies venenosas, que juegan un papel importante en cuanto al potencial que compone el veneno que expulsan para el aprovechamiento humano, como es la cura de enfermedades complejas.
Actualmente, existen líneas de investigación con estas sustancias cuya utilidad puede tratar el cáncer, como leucemia, alzhéimer, párkinson y problemas de circulación, entre otros, pues tales fluidos contienen sustancias letales como neurotoxinas, cardiotoxinas, y hermorraginas que evitan la evolución degenerativa del cuerpo humano que puede generar tales padecimientos.
Los compuestos de los venenos de las familias de estos reptiles se pueden encontrar como constituyentes del veneno de varias especies diferentes de serpientes, y que, debido a sus mecanismos de acción, pueden darles solución a las enfermedades mencionadas.
Estos son antimicrobianos, antivirales y procoagulantes. Cristian Hernández, presidente del departamento de Patología de la Universidad Industrial de Santander (UIS), expone que “tales propiedades usan para el desarrollo de fármacos útiles en varias ramas de la medicina”, y se han sabido aprovechar en medicamentos como el Captopril, el cual trata la hipertensión y la insuficiencia cardiaca, además permite que el corazón bombee sangre eficazmente.
Según Gómez, las serpientes venenosas presentes en el departamento y sobre las cuales existe un potencial en cuanto al aprovechamiento de sus venenos son las corales y las víboras. Del primer grupo se registran la coral de camila, de dumeril y rabo de ají. De las vipéridas, o mejor conocidas como víboras, las que se encuentran en Santander se clasifican como la talla X, que es la causante de la mayoría de accidentes ofídicos. También, está la cáscara de piña, la patoco y la víbora de pestañas.

Estas especies se pueden localizar en casi todos los ecosistemas, a excepción del páramo, pues allí no hay serpientes reportadas. En el caso de Santander, habitan en los bosques andinos hasta las selvas húmedas tropicales del Magdalena medio santandereano, además de asentamientos humanos donde hay presencia de roedores, anfibios e insectos.
No hay estudios que abarquen este análisis, únicamente el Grupo de Estudio en Anfibios y Reptiles de Santander (Gears) está trabajando en ello y la investigación que rescata los hallazgos del veneno de alguna especie del departamento hasta el momento es el realizado por el biólogo Jeisson Gómez, acerca de la caracterización bioquímica y biológica del veneno de la víbora de pestañas.
El antídoto
Cada una de las especies cumple un papel importante en el tratamiento clínico que combate las consecuencias de la mordedura de una serpiente venenosa, pues a partir de los mismos venenos se realiza la síntesis de los sueros antiofídicos que evitan los riesgos clínicos que pueden generar estos accidentes, tales como dificultades respiratorias, presión arterial baja, fiebre e incluso la muerte si no se trata a tiempo.
Gómez agrega que hay un suero para cada especie que genera el accidente ofídico y este se extrae de su respectivo veneno. Por ejemplo, si una persona es mordida por una serpiente Coral, se debe suministrar un suero antimicrúrico, y para las vipéridos, los sueros antivotrópicos. “Nosotros importamos muchos de los antídotos, lo que limita la respuesta rápida ante emergencias”, añadió Hernández.
Desde ese grupo de estudio, se pretende sensibilizar a las personas con la relevancia que tienen estas especies dentro del ecosistema del departamento. “La idea es que se empiece a ver las serpientes más allá de una amenaza, como algo peligroso, pues son reservorios de muchos compuestos y muchas posibilidades para atender enfermedades y para responder preguntas a nivel evolutivo”, expresa Gómez. Los biólogos que pertenecen a este equipo recalcan que hay que conservar los ecosistemas en los que se encuentran tales serpientes, desde la integridad del suelo hasta las familias de flora y fauna, pues cada una cumple un papel fundamental en la red ecológica que asegura que el ecosistema esté sano para el crecimiento saludable de las serpientes y todas las especies que allí habitan.
Por ahora no hay serpientes venenosas en vía de extinción, y de acuerdo con los estudios, las poblaciones están bien constituidas, a pesar de que hay poca información de la coral de Camila. “Las personas perciben a este animal como peligroso, cuando realmente están lejos de ser agresivos y de querer acercarse a los seres humanos”, agrega Gómez. Las actividades agrícolas, la aversión de las personas hacia estos animales y la creencia de que todas las serpientes son venenosas pueden generar riesgos en la afluencia de estas especies.