Por Wilson Francisco Vargas Ramírez
wvargas784@unab.edu.co
Cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) arrojan que en Colombia se encuentran registradas 3´134.036 personas con algún tipo de discapacidad, de las cuales 1´948.332 padecen una discapacidad visual. Esto equivale al 62 % de la población discapacitada. De este grupo hace parte Juan David Pérez Quintero, quien desde los ocho años fue diagnosticado con desprendimiento de retina prematura. Fue hasta los doce años que la pérdida de la visión fue total.
Nacido el 4 de marzo de 1996, Pérez Quintero llegó al mundo casi que de milagro. Su madre solo alcanzó los cuatro meses de gestación. Aquel bebé pesaba 750 g y medía 25 cm. Una anormalidad. Los médicos no le daban más de tres días de vida. En una incubadora duró 56 días. “Mi mamá siempre me ha dicho que soy un milagro”. Y aunque las circunstancias eran adversas, su familia logró sacarlo adelante.
La pérdida de visión se debe a su prematuridad, por lo que a los tres años ya no veía por su ojo izquierdo. Su primer recuerdo de vida son los balones. Cuando tenía cinco años jugaba con sus amigos en el equipo del barrio “El Refugio” de Piedecuesta. El día a día de Pérez era salir en las tardes a jugar en la cancha de arena Paysandú, ubicada a un par de cuadras de su casa.
“Cuando veía, jugaba muy bien… eso decían. Mis amigos de infancia fueron importantes, ellos hacían que jugara. Me tenían mucha paciencia porque yo era el que metía los goles”.
A los doce años perdió toda su visión. “Cuando perdí la vista duré cuatro años sin jugar al fútbol. Pensaba que los únicos que podían jugar eran las personas convencionales”. Pérez cumplió sus 16 años y creyó que jamás volvería a jugar. Tuvo la suerte de conocer a Fernando Carrillo, entrenador de la selección de Santander de fútbol 5 adaptado. Él le mostró el deporte y lo convenció de probarse para la selección departamental. “Adaptarme al balón era lo más difícil”.
En este deporte los jugadores deben ser categoría B1 (totalmente ciegos), exceptuando los arqueros y el guía que son los únicos videntes. “Tuve que adaptarme al fútbol sala. El dominio es diferente porque cuando hay que conducir el balón es de pie a pie, mientras que un jugador vidente lo lleva con un solo pie”. La pelota por dentro tiene cascabeles, esto ayuda a los futbolistas a oír cuando rueda. Y para no hacerse daño, los jugadores deben portar en sus ojos unas gafas protectoras.
En sus primeros entrenamientos Pérez dominó la dinámica del deporte. Tal fue el caso que lo convocaron a los Juegos Paranacionales de 2012 con la selección Santander. En aquella oportunidad quedaron segundos y Pérez aportó un par de goles. Tenía 16 años.

“Desde pequeño cuando veía televisión siempre soñé con llegar a una selección Colombia”. El sueño de la infancia por representar al país no estaba muy lejos. Un solo año jugando al fútbol para ciegos le bastó para que lo convocaran por primera vez a la Copa América en Santa Fe, Argentina, 2013.
Él le ha sacado provecho a algo que los demás consideran un terrible infortunio. No se enfrascó en su limitación visual y le sacó lo positivo a la vida. Pérez está seguro de que lo mejor que le pudo haber pasado es haber quedado ciego. “Todo lo que he logrado es gracias a la pérdida visual. Las ganas que les he puesto a los momentos también me han ayudado”.
Para el 2014 fue el jugador juvenil revelación en el Mundial de fútbol 5 adaptado en la categoría mayores en Tokio, Japón. Su talento con el balón era evidente. El mundo empezaba a conocer su juego. Su jugador favorito del fútbol 5 es Ricardinho, un brasileño que tuvo la oportunidad de enfrentar en el mismo mundial que destacó. Mi primer gol como jugador de la Selección Colombia fue frente a Brasil, en el Mundial de Tokio. Ese ha sido mi mejor recuerdo. Siento orgullo al representar a mi país, y a la vez tristeza por el abandono de los deportistas de alto rendimiento del deporte paralímpico de conjunto.
Colombia no tiene liga profesional de fútbol 5. Vivir de ese deporte es difícil. En el país solo tres departamentos les pagan a sus jugadores por representarlos en las competencias nacionales. Pérez le dijo adiós a la selección de Santander en el 2019 porque no recibía ningún tipo de pago ni ayuda. Además, el deportista es estudiante de Trabajo Social de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto) en Bucaramanga. “En la selección Colombia nunca hemos tenido un pago. Ahora juego para el Valle del Cauca, uno de los departamentos que respalda nuestro deporte. Con Santander fui goleador de dos Paranacionales y quedamos campeones en los Juegos Deportivos Nacionales en Bolívar, 2019”.

Desde el 2016 Pérez juega en la Liga profesional de Brasil para ciegos. (Brasileirao de la Serie A). La experiencia ha sido buena. La liga es competitiva y los jugadores son entregados al deporte; cuentan con patrocinio y el apoyo del ente privado y público. La pandemia ha suspendido el contrato actual que tiene con su club Apadevi, por lo que pretende retomar en 2021. Él viaja tres veces al año a Campina grande, en Brasil, para jugar el torneo local.