Ricardo Figueredo Mejía, parapentista y presidente del club Vuelo Libre de Parapente, afirma que las condiciones meteorológicas de la meseta de Ruitoque son óptimas para volar todo el año.

Cuando habla de volar hace referencia al vuelo que se hace en parapente, una de las prácticas con mayor acogida en este sector de Floridablanca. “En toda la ladera se puede volar porque se presentan las dos corrientes de aire, además, es una zona segura, es un campo de escuela y mucha gente viene aprender”, explica Figueredo Mejía.

Los parapentes se pueden mantener en vuelo por dos tipos de flujos de aire uno es el dinámico y el otro es el térmico. Estos hacen que tenga dos condiciones distintas. Uno es el ascendente y se logra con las corrientes térmicas, estas se encuentran en horas de la mañana cuando no hay viento contaste. Es un vuelo más técnico y deportivo lo que permite recorrer largas distancias. “Aquí se han hecho vuelos térmicos desde Ruitoque hasta San Gil”, asegura Fernando Gómez Flórez, piloto de parapente y paratrike con motor.

Es una actividad de aventura en la que se vuela de forma libre, a través de las corrientes de aire, lanzándose de una parte alta con el equipo necesario. Gómez Flórez, afirma que “está diseñado como el ala de un avión en su configuración”.

El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), explica por qué se presentan flujos de aire todo el año que le permiten a los parapentistas realizar sus travesías aéreas. De acuerdo con los expertos, esto tiene que ver con la influencia orográfica, es decir, la forma de las montañas, las cuales favorecen los vientos que provienen del norte. “Estos se encañonan en la meseta, entre dos accidentes montañosos, generando un efecto Venturi (circulación de vientos en una zona cerrada)”.

Por su parte, el aire dinámico se encuentra en horas de la tarde cuando el flujo del viento es permanente, es más recreativo, turístico y es el que comúnmente se realiza en los voladeros para los visitantes.

Un equipo de parapente puede alcanzar un valor de 20 millones de pesos, lo conforma más de 10 utensilios. / FOTO ANDRES FELIPE ACOSTA

Las Águilas, más que un punto de encuentro

Oscar Mauricio Rey Martínez, administrador del voladero Las Águilas, asegura que “una de las ventajas que tienen los negocios de este tipo es la ubicación, ya que están cerca de Bucaramanga, a 15 o 20 minutos, a diferencia de otras ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, cuyos establecimientos se ubican a dos horas de desplazamiento. “Este sitio presta este servicio desde el año 1998 como sitio de despegue e inducción”, comenta Rey Martínez.

Actualmente cuentan con la certificación de la Federación Colombiana de Deportes Aéreos (Fedeaereos) que les permite volar monoplaza, una sola persona, o tándem y con la acreditación de la norma técnica sectorial NTS– TS 003; esto quiere decir que, los procedimientos, los cuidados y mantenimientos que se deben tener con los equipos de vuelo. También, cumplen con los requisitos que exige el reglamento aeronáutico colombiano. “La experiencia de un piloto se mide por la cantidad de horas acumuladas, mas no por el tiempo que ha realizado este deporte”, afirma Rey.

Las personas que aprovechan al máximo esta actividad son los residentes de los municipios aledaños por la cercanía. Además, los extranjeros disfrutan de este lugar ya sea por la vista, la experiencia o de pilotos que quieren conocer esta zona.

El vuelo tándem de 15 minutos tiene un valor de 80 mil pesos y 150 mil pesos por 30 minutos. Una persona que ya sea piloto, tenga licencia y el equipo necesario paga 10 mil pesos el día por utilizar esta área. También cuentan con otro servicio de aireado y empacado del equipo.

“La edad que se debe tener para entrenar este deporte es 14 años y deben contar con una autorización firmada por los padres. Para hacerlo como cliente se puede desde los 8 años, que pese más de 30 kilos”, asegura Cristian Alberto Rey Martínez, piloto del establecimiento.

Los requisitos climáticos para realizar un vuelo son que la dirección del viento este de frente al sitio de despegue. La velocidad de la corriente de aire debe ser mayor a 15 y menor a 39 kilómetros por hora, sumado a que no se puede hacer la práctica con lluvia.

Edison Álvarez Suárez, instructor y piloto del Voladero Las Águilas, manifiesta que “en este sitio se puede volar desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde, con diferentes tipos de condiciones, en la mañana son calmadas y en la tarde más fuertes y turbulentas”. Añade que esta zona de Ruitoque es privilegiada porque se encuentran los dos flujos de corrientes aéreas, “si uno va al Valle del Cauca solo encuentra vuelo térmico y en la costa del Caribe colombiano se pueden realizar dinámicos todo el día, pero aquí se dispone de los dos tipos”.

Este deporte nació a finales de los años 70 como una derivación del uso de paracaídas para descender desde montañas con fuertes pendientes. / FOTO ANDRES FELIPE ACOSTA

Riesgos a la hora de volar

El peligro que se presenta en este deporte es que los vientos sean fuertes y turbulentos, ya que puede generar que la vela se pliegue. “Ante una situación de estas un piloto que sea inexperto y que no sepa manejar una plegada puede tener dificultades, porque empieza a perder altura, la caída no es tan fuerte porque el parapente no se cierra, pero si no se maneja bien puede ser una caída crítica”, asegura Fernando Gómez.

El último accidente en Santander fue en enero de 2017. Cuando un piloto y su pasajero cayeron de una ladera de 8 metros en Curití, Santander.

Antes de cada vuelo se debe seguir un protocolo: se debe revisa el estado de la vela y que todo el equipo este en óptimas condiciones, además, que el paracaídas de emergencia se encuentre en buen estado por si se presenta alguna emergencia. Asimismo, se debe mantener el uso constante del radio para comunicarse con los voladeros por si ocurre un cambio en el clima.

¿Y el equipo?

Un equipo de parapente puede alcanzar un valor de 20 millones de pesos, lo conforma: una vela, la silla especial para el piloto, casco certificado para vuelo, un paracaídas de emergencia, un radio de comunicación, barómetro, guantes, botas y gafas de protección de sol. Esto puede llegar a pesar entre 20 a 30 kilos. Para realizar un vuelo individual la medida de la vela es 27 metros cuadrados y para uno tándem se utiliza una de 40 metros. La vida útil de una vela es de 300 a 350 horas, luego de esto se debe realizar un chequeo para verificar si tiene las condiciones óptimas para seguir volando.

Por Andrés Felipe Acosta Rodríguez

 aacosta494@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga