
Por Javier Ferreira / jferreira4@unab.edu.co
Es la mañana del domingo 7 de julio, en Pueblo Rico, Risaralda. El ciclista Daniel Bolívar, de Villavicencio, Meta, 17 años de edad, recibe de manos del comandante de la policía un sobre marcado con el mensaje “quinto lugar”, con un billete de 50.000 pesos en su interior. Da la mano al oficial, sonríe, muestra con orgullo el sobre a un público que le aplaude, y alza las manos en señal de victoria.
Termina la X Clásica ‘Rubén Darío Gómez’, un evento ciclístico para jóvenes en las categorías Sub 23 (entre 19 y 22 años), Juvenil (17 y 18 años), y Prejuvenil (15 y 16 años), Damas (única) y Máster. Este año contó con la participación de cerca de 40 equipos provenientes Cundinamarca, Antioquia, Caldas, Valle, Tolima, Huila, Quindío, Nariño y Caquetá. En total 328 ciclistas en todas las categorías. Uno de ellos es el equipo Ramguiflex – Risaltex – Manzana Postobón, dirigido por Pablo Pulido Ibarra, de 25 años de edad, quien el año pasado se convirtió en el director más joven de Colombia en ganar una prueba del calendario nacional: la Vuelta del Porvenir, con Daniel Arroyave.
Esta historia comenzó cinco días atrás, el miércoles 3 de julio, cuando el equipo se dispuso a viajar a Pereira para hacer parte de esta prueba. Partieron en dos vehículos: un automóvil y una van con capacidad para 10 personas, ambos atiborrados con implementos para la carrera. Pulido Ibarra hizo lo contactos desde una semana antes con el hotel y con el restaurante en que se alimentaría la comisión, integrada por los 10 ciclistas, un fisioterapeuta, el mecánico, un periodista invitado y el director.
Las indicaciones fueron específicas, especialmente para el restaurante: desayuno con huevo, arepa, una porción de arroz y café; una porción de pechuga a la plancha, nuevamente arroz blanco, ensalada y puré de papa, para el almuerzo, y dosis similar para la comida. Nada de jugos preparados en el restaurante. La mejor opción de bebida fueron jugos de botella, ya que los ciclistas no pueden darse el lujo de tomar agua que no sea hervida o tratada. En los cuatro días de estancia en Risaralda, el equipo consumió nueve botellones de agua. “En competencia la exigencia física hace más fácil contraer alguna infección respiratoria o estomacal y por eso hay que extremar los cuidados”, explica Pulido Ibarra.
En el hotel, los 10 ciclistas compartieron una gran habitación, en donde pasaron las horas del día en que estaban compitiendo. Su misión es dormir las ocho horas necesarias para un buen descanso y no fatigarse demasiado. Es una prisión que estos muchachos de 17 y 18 años de edad aceptan complacidos, y en la que comparten sus sueños de ciclistas profesionales.
En el sexto piso, en la zona de lavaderos, el mecánico, Daniel Giraldo hace malabares para lavar las bicicletas en un espacio reducido y además con poca presión de agua. Subió las bicicletas, una a una, por las escaleras, y al terminar las bajará nuevamente por los seis pisos. La paciencia es una de sus cualidades. Para todos los integrantes del equipo es importante, además de los resultados, la buena presentación, tanto con la limpieza de sus uniformes como de sus bicicletas. Pablo Pulido explica que “siempre buscamos que la presentación sea impecable, que los uniformes estén bien, que los carros y las bicis estén limpios. Esto es muy importante para el orden y disciplina de los ciclistas, como para la imagen de los patrocinadores”.

Comienza la carrera, viernes 5 de julio
El equipo se alojó en Pereira, pero la carrera se realiza en un municipio de su área metropolitana, llamado La Virginia. Del hotel hasta allá les toma media hora. La etapa 1 tuvo un recorrido de 67 kilómetros, con una llegada de alta montaña. Para la Clásica, el equipo llevó cerca de 60 caramañolas nuevas, que se acabaron al final de la prueba de tres días, aun reutilizando la mayoría. Estas categorías, con presupuestos reducidos no pueden darse el lujo de botarlas. “Para cada etapa, dependiendo la extensión que tenga, preparamos tres tipos de hidratación en las caramañolas. Unas van con agua, otras llevan suero y otras van con hidratante”, explica Pulido. Al final de cada etapa, los ciclistas consumen una con recuperante.
En esta primera jornada, el equipo logró ubicar a sus 10 ciclistas dentro de los 50 primeros, en un grupo conformado por 114 deportistas, entre ellos los de las Fundaciones de los ciclistas Esteban Chávez y Jarlinson Pantano. El mejor de Ramguiflex – Risaltex fue Daniel Bolívar, quien llegó en tercer lugar. El equipo celebra, porque Bolívar tiene apenas 17 años (primer año en la categoría Juvenil) y ya está mostrando un excelente nivel.
El regreso a Pereira toma cerca de una hora. Los ciclistas se quitan los uniformes sudados, se asean con pañitos húmedos, comen un poco de arroz, que el cuerpo técnico preparó en la mañana, y se suben a la van a descansar.
Segunda etapa, sábado 6 de julio
La segunda etapa fue una contrarreloj individual en terreno montañoso, una cronoescalada de 13 kilómetros entre Cachipay y Balboa. La idea era que Bolívar ascendiera en la general. Los ciclistas salieron con diferencia de 30 segundos entre ellos. Pablo Pulido organizó un calentamiento en rodillos durante media hora para cada uno.
Las cosas no salieron tan bien. Al partir, Daniel Bolívar descubrió que su llanta trasera estaba frenada. Así pedaleó por tres kilómetros, hasta que el mecánico, en un movimiento que no tomó más de 20 segundos, se bajó de un salto del carro acompañante, reparó los frenos y volvió a poner en carrera al ciclista. Bolívar terminó noveno en la etapa, a 2 minutos del ganador, y es 6 en la general.
Más tarde en el hotel, el director dará una charla técnica en la que invitará a los ciclistas a jugarse el todo por el todo en la tercera y última etapa, de 94 kilómetros (extensa para la categoría), con tres puertos de montaña entre La Virginia y Pueblo Rico.

Tercera etapa, domingo 7 de julio
La estrategia era desgastar al equipo del líder (Brayan Malaver, de Fundación ‘Esteban Cháves’) desde la primera rampa de montaña. Lanzaron ataques, primero con uno, luego con dos, y así durante toda la primera subida. Lograron hacer que el grupo
se desintegrara y en la última subida, de 9 kilómetros, casi iban de uno en uno los corredores. El ciclista Nicolás Henao tuvo una fuerte caída a 5 kilómetros de meta, y aun así decidió terminar la etapa. Aunque no se logró la victoria, Bolívar llegó en la sexta posición y se ubicó en el top 5 de la carrera. El premio: 50.000 pesos. El campeón se llevó $500.000.
En esta oportunidad, el equipo consiguió un lugar para que los ciclistas pudieran darse un baño y cambiarse, ya que el regreso a Medellín será desde ahí, luego de almorzar. Los esperan esta vez nueve horas de viaje. Daniel cambia el billete de $50.000 en una tienda cercana y, como dice la norma en ciclismo, el premio se reparte entre los integrantes del equipo por partes iguales: 5.000 para cada uno. Es un símbolo de compañerismo, y de unión como equipo, más que el dinero en sí.
La prueba termina para Daniel Bolívar (5 en la general final), Mateo Sánchez (14), Juan Camilo Gómez (18), Juan José Arroyave (20), Esteban Restrepo (21), Carlos Simón Hoyos (22), Tomás Olarte (28), Brayan Fernández (31) y Juan Camilo Velásquez (76). Mañana, lunes 8 de julio, aunque lleguen a Medellín rondando la medianoche, algunos deben ir al colegio. Y a su director le espera continuar con los planes de entrenamiento e inscripciones a las demás carreras del calendario.
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