Por: Valeria Almeyda Ordóñez/ Valmeyda@unab.edu.com

No basta con ser jugadoras profesionales. No basta con entrenar una vida entera. Para muchos no es suficiente. Siempre meten las ideas de género para hablar de las mujeres en el fútbol. Este año, los partidos fueron duros, pero la Selección femenina de fútbol Sub 17 clasificó al Mundial en India 2022. Demostraron, una vez más, que su entrenamiento, su dedicación y sus habilidades las han llevado a superar cualquier frontera.

Ojalá los colores, la ropa, el estilo, los trabajos e incluso, el deporte, no tuvieran nada que ver con si naciste mujer u hombre. Sin embargo, vivimos en la Colombia del siglo XXI, la cual sigue estigmatizando, clasificando y minimizando las capacidades a un género. Pero más allá de eso, la relación de género que condiciona a la persona, a la mujer, se desarrolla desde el momento en que limitan las habilidades y las convierten en una palabra, masculino. Un ejemplo es Linda Caicedo, cuya habilidad, destreza, velocidad y talento no es comparada con una histórica del fútbol femenino, no. A ella, para explicar sus fortalezas la comparan con un apellido masculino: Mbappé. Linda, para comentaristas y espectadores, es la Mbappé del fútbol colombiano.     

Atribuir que el gol marcado por Linda Caicedo, que las clasificó a la semifinal el pasado 21 de octubre, es una virtud proveniente de una habilidad masculina, es como decir que el fútbol solo se juega con los pies y sin la cabeza. Pero existen personas como Jaime Orlando Pulido, director de Los Dueños del Balón de Antena 2, que consideran que comparar a una joven de 17 años con los profesionales del fútbol masculino es una virtud. “Las comparaciones siempre serán odiosas pero es nuestra Pelé, nuestra Maradona, nuestra Messi…”, así lo mencionó. 

Aclaro, no está mal proyectar que una jugadora como Linda Caicedo esté entre los profesionales más representativos del fútbol y deba ser reconocida como tal. Lo que está mal, es que se considere “nuestra” y un comparativo masculino. Ella es “nuestra” Linda Caicedo la que, con tan solo 17 años, ha hecho magia en las canchas del mundo. 

Tampoco podemos olvidar los adjetivos con los que algunos presidentes del fútbol colombiano describen a las jugadoras. Como el comentario de Gabriel Camargo, presidente del Deportes Tolima, en 2018, cuando se refirió a ellas como: “un caldo de cultivo de lesbianismo”. Esta posición es más que un fuera de lugar, es una tarjeta roja vitalicia para el machismo que expectoró Camargo, pues ni el género ni la orientación sexual determina tu profesionalismo. Sin embargo, esta desfachatez continúa. Recientemente, el presidente de la FCF, Ramón Jesurún, declaró enfático sobre la sub 17: “los premios solo se dan a profesionales. Ellas son unas muchachas amateur”. 

Comprendemos que por la categoría no se reciben incentivos económicos, como lo mencionó la FCF en su comunicado el pasado 22 de octubre. Pero no hablamos de dinero, ni de medallas o trofeos. El comentario del presidente de la Federación, es equívoco y machista, puesto que cinco jugadoras hacen parte de equipos profesionales, lo cuál las saca de la categoría amateur. 

Guerreras de la nación

El no pagarles o darles muy poco. El dormir en colchonetas dentro de colegios. El ser vetadas y censuradas por hablar. El darles uniformes viejos. El cobrarles sus propias camisetas. El exigirles dinero para participar de la Selección. Todo por ser mujeres. Pero para muchos, el que se exijan cosas mínimas como el respeto o la equidad, las convierte en ‘quejumbrosas’ o ‘inconformistas’. Isabella Echeverri y sus compañeras, a través de varios medios, han afirmado que desde el 2012 han hecho públicas las necesidades básicas de las deportistas. Proyectándolas para el futuro de las próximas generaciones, que aún sufren por no ser hombres. Entonces, ¿qué pasa con la Liga Femenina en Colombia? 

No podemos negar que el patriarcado sigue ganando en muchas canchas de la sociedad. Así, todavía hoy, determina qué “debe” ser lo bueno, lo aceptable; lo malo, lo incorrecto. Oficialmente en Colombia, la primera Liga se dio en 2017, y aún hay mucho por cambiar. Muchas jugadoras como Melissa Ortiz, Isabella Echeverri, Yoreli Rincón, Natalia Gaitán, Daniela Montoya, entre otras, han levantado la cabeza por el fútbol femenino en Colombia. Porque aquí, no basta solo con el talento y la disciplina de una mujer para demostrar con quién y cómo hacer lo justo. Y no es raro, que como mencionó Isabella, muchos jugadores (hombres) no hablen al respecto.

Por otra parte, la saga de juegos FIFA, desde septiembre de 2015, incluyó a las selecciones femeninas en su edición.  A pesar de que su promoción fue poca, esto abrió el panorama para incentivar a más niñas, adolescentes y adultas a participar de este deporte. No hay duda, la mejoría que se ha dado en la inclusión de las jugadoras, de cierta manera, destaca el rol deportivo y profesional de las mujeres. Pero ojo, no significa que sea suficiente, pues muchos jóvenes siguen haciendo comentarios como: “juego con ellas para tirar risa”, “no consumo fútbol femenino”, “solo juego con equipos masculinos que me gustan”, o, “solo juego con mis jugadores hombres favoritos”.  

Respecto a este tema, una de las referentes del fútbol femenino colombiano, Yoreli Rincón, me aseguró que: “en pleno 2022, y con el avance del fútbol femenino, la gente se ha abierto muchísimo a dejar de ser escéptica con el tema. Podemos ver el fútbol femenino en colegios y universidades, las empresas y los barrios”, pues día a día conocemos más niñas y mujeres interesadas. A pesar de los obstáculos, pegarle a la “pecosa” se hace más accesible para todas y es cada vez menos censurable, pero a este partido le falta mucho tiempo. 

En una conversación con Diana Rodríguez, investigadora especialista en género, sobre cómo se ha enmarcado este mensaje en la sociedad, ella explica: “la división de la vida en relación al género y sexo es perjudicial, sobre todo para las mujeres y las personas LGBTIQ+. No debería existir tal división, oprime, limita y violenta las oportunidades de las mujeres. Un ejemplo es la brecha salarial en el deporte, y otros gremios”.  Y es que, el ser mujer no es el único problema. La orientación sexual, el color de piel, la nacionalidad, entre otros, también son factores que afectan el valor profesional en Colombia, América Latina y el mundo. Pero salirse de la norma patriarcal, es la final que se debe ganar. 

Para algunos colombianos, nuestras jugadoras jamás podrán llegar a ser como la número 11 del Barcelona F.C., Alexia Putellas, ganadora, el pasado 17 de octubre, de su segundo Balón de Oro. El juego es durísimo, pues es una condena nacer mujer en un mundo donde, para que valoren tus habilidades, debes ser hombre. Pero ahora, Linda Caicedo y su equipo, continúan cambiando la historia izando las banderas que dejaron futbolistas como Isabella Echeverri, Yoreli Rincón y Daniela Montoya . El resultado, de momento, es incierto, pero ellas dan todo por todas.

Universidad Autónoma de Bucaramanga