Bajo el sol o la lluvia, Víctor Hugo Torres se dispone durante la semana, excepto los jueves (porque tiene ‘pico y placa’), a encender motores a las 10:30 de la mañana. La carrocería de su vehículo es su cuerpo y antes de enfrentarse a la peligrosidad vial, una revisión de frenos, nivel de gasolina, aceite y tensión de la cadena hacen parte de su rutina cada día.
De forma simultánea, la espera ansiosa del ‘toc, toc, toc’ o sonido del timbre, conduce a la clientela a un conteo regresivo de los minutos; cuando por fin lo escuchan, unos saltan de la cama o del sofá, otros salen corriendo del baño, de algún rincón de su casa o lugar de trabajo, dejan todo lo que estaban haciendo para recibir su pedido (comida, remedios, ropa, libros…)
Torres tiene 28 años, hace parte de los 368.206 motociclistas de la capital santandereana. Los últimos ocho años de su vida los ha dedicado a trabajar como domiciliario, tiempo en el que no solo ha esquivado huecos sino también normas de seguridad vial como: estacionamiento en sitios prohibidos, no conducir sobre zonas peatonales o separadores y transitar en sentido contrario; infracciones que ponen en riesgo su vida, sin embargo, con un toque de picardía sonríe y dice: “Dios me ha guardado por el trayecto que he transitado y nunca he tenido un accidente”.
Eran cerca de las 3:00 de la tarde del martes 24 de octubre de 2017 y el motociclista, reclinado sobre la caneca metálica de basura, ubicada frente al local de comidas Subway en la plazoleta de comidas del Centro Comercial El Cacique, comenta que trabaja para la empresa ‘¡Pa ya!’, lugar que aceptó su hoja de vida sin mayor requerimiento, una fotocopia de la cédula, de la licencia de conducción, tarjeta de propiedad de la moto, del Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (Soat) y certificado de revisión técnico-mecánica, fueron suficientes para figurar como trabajador independiente, la Seguridad Social es 100 % su responsabilidad. “No me he afiliado, ni pienso hacerlo porque imagínese no quedaría para cubrir mis gastos”, afirma el hombre de 1,68 metros de estatura.
Por día recibe un aproximado de $45 mil (de lunes a viernes) y los fines de semana $60 mil. Vulnerabilidad sobre ruedas ¿Cuáles son las vivencias de un motociclista que hace domicilios por toda la ciudad y que se enfrenta a situaciones de alto riesgo y a las adversas condiciones labores de sus empleadores? Periódico 15 le cuenta algunas de estas historias. Cada domicilio se cobra a $3.000 o $3.500, varía según la distancia, si la entrega es cerca (de 2 a 3 kilómetros), el trabajador debe entregarle a la empresa contratista $700 y si es lejos (más de 3 kilómetros) el valor entregado es de $1.000.
Domicilios a un clic
El oficio de ser repartidor entra en el boom de la era digital. Bryan Estiven Carrillo Parada trabaja desde hace año y medio para Market Mix (compañía que presta el servicio de logística y personal motorizado para operaciones de mensajería y domicilios) en Domicilios.com (plataforma para pedir domicilios en línea).

Estiven
Carrillo Parada
considera
vital la revisión técnico-mecánica,
de enero a septiembre
de 2017 se han reportado 3.008 casos
por infringir esta norma. / FOTO XIMENA
HERRRERA MONGE
Además de los requisitos que ‘¡Pa Ya!’ le solicitaba a Víctor Torres para su ingreso, Bryan necesitó un teléfono inteligente que debe contar con un plan de datos con tres gigabytes (GB), para descargar la aplicación de Domicilios.com que está disponible para IOS y Android, por medio de la cual recibe las notificaciones de las entregas a realizar durante su jornada laboral que comprende desde las 12 del mediodía hasta las 10 de la noche, de lunes a viernes y los fines de semana de 12 del mediodía a 7 de la noche: “Por medio del sistema el pedido entra a Bogotá, luego se remite a Bucaramanga y de ahí a cada uno de nosotros nos asignan la entrega electrónicamente, la empresa ordena y suministra los turnos”, asegura el hombre de 41 años de edad que luce una gorra, camiseta y chaqueta color rojo, con el nombre de la empresa (dotación), pantalón y zapatos color negro.
Bryan, junto con sus compañeros, David Castro y Cristian Cáceres, a diario se sienta en una de las bancas del parque San Pío, espacio que se ha convertido en su lugar de espera, mientras la notificación de una nueva entrega por realizar es anunciada. “Este parque es ideal para esperar a que comiencen a generarse los domicilios, las empresas que más nos llaman como: Crepes and Waffles, El Corral, Megaburguer y Hamburguesas Miwi, están cerca de aquí, así que es un punto estratégico”, comenta el trabajador de la empresa digital.
Market Mix le genera un pago quincenal (los días 10 y 25 de cada mes) por $590 mil a Bryan, previo a este valor la empresa le descuenta $192 mil, correspondientes a pago de salud, pensión y riesgos laborales, adicional recibe una bonificación de $100 mil cada quince días, por parte de la empresa Domicilios.com, el empleado hace referencia a la honradez como un valor fundamental para laborar: “he llegado a tener hasta un millón de pesos, pero nunca se me ha pasado por la mente llevármelos, el mecanismo con la empresa es que se consigna la totalidad recolectada del día, un día después, vía Efecty, entonces debe existir la honradez”.
Con una sonrisa, audífonos listos y celular de marca Huawei en la mano, le da clic a ‘aceptar entrega’ y se dirige a ponerse el casco e inicia el recorrido en su moto, una Pulsar 180 DTS-i.
El riesgo es parte del paquete
Desde que era niño, las motocicletas rugieron sin fin a través de la imaginación de William Prada. Era el vehículo perfecto: rápido y elemental, despojado de los rudimentos mecánicos de las ruedas y el motor. “Sabía que las motocicletas eran peligrosas, pero me consideraba inmune”, señala el hombre de 33 años de edad.

2017 se presentaron
4.817 infracciones
por estacionar en sitio
prohibido. / FOTO
XIMENA HERRRERA
MONGE
Durante casi 15 años, William vivió una vida de motocicleta encantada, 80 kilómetros por hora marcaba el velocímetro cuando él sentía que estaba “calentando motores”; su peor accidente en la calle fue un deslizamiento que le dejó un par de rasguños menores. En la calle era invencible, hasta que el sábado 11 de febrero de 2017, tuvo un accidente que lo condujo a frenar el incesante juego de la velocidad, en su Yamaha Líbero 125, en la carrera 27 con calle 45, sentido norte-sur, cuando se dirigía a llevar un domicilio al sector de Cañaveral, su imprudencia y la del conductor de un Renault Logan, terminó en una cirugía de su rodilla derecha. “Yo iba detrás del carro y vi que el semáforo iba a cambiar, así que arranqué, no guardé la distancia, el conductor del Renault arrancó y de repente abrió la puerta que llevaba mal cerrada y me golpeó la rodilla, no se dio cuenta que yo estaba cerca y me caí”.
Una cirugía para reparar el tendón patelar derecho, tres meses de incapacidad y cuatro en terapias fueron el resultado del accidente. “Me dejé convencer del policía y del infractor de llegar a un acuerdo, el policía me dijo: ‘eso recíbale plata y vaya a que le cosan la rodilla’, ese día el conductor me dio $190.000, al llegar a la clínica Chicamocha me dicen que tenían que operarme, el señor no volvió a aparecer, uno por ahorrarse lo de los patios y todo el trámite del croquis, pero afortunadamente estaba afiliado”.
Las motocicletas son uno de los principales vehículos promotores de accidentes, según lo señalan las cifras de la Dirección de Tránsito de Bucaramanga: de los 5.331 vehículos que se involucraron en accidentes de enero a septiembre de 2017, 1.830 fueron motos, con un total de lesionados de 2.060, entre ellos 1.131 motociclistas (940 hombres y 191 mujeres).
El oficio desde otra perspectiva
Henry Angarita, dueño desde hace nueve años de Motorbike en Línea, empresa de domicilios y mensajería, cuenta con 25 trabajadores que no hacen aportes a la Seguridad Social, “Hasta ahora se está redactando un contrato bajo la modalidad de prestación de servicios, donde se estipula que cada empleado debe estar afiliado a salud, pensión y ARL (riesgo 4), es una nueva implementación de la empresa para evitar problemas futuros con este gremio que no es de fácil manejo”.
Para hacerse a una idea de lo que pueden cobrar los propietarios de este negocio ‘informal’ (por llamarlos de alguna manera) en domicilios y mensajería urbana, Angarita explica que las tarifas varían según determinadas circunstancias como: distancias entre el punto de partida y entrega, diligencias de bancos, radicación de documentos.
De lunes a sábado, los empleados deben entregarle al propietario el 30 % de lo realizado en el día y domingos y festivos el 20 %, los precios oscilan entre $4.000 y $7.000 dentro de Bucaramanga, un servicio a Piedecuesta cuesta $18 mil, al aeropuerto $25 mil, a la Mesa de los Santos $35 mil, a Ruitoque $20 mil. Si las diligencias bancarias que normalmente se cobran a $5.000 tardan más de 45 minutos, la modalidad de pago cambia y se comienza a cobrar a $9.000 por hora.
Por Ximena Herrera Monge
sherrera380@unab.edu.co