Debe practicarse en aguas tranquilas, por eso las mejores horas para montar son en las mañanas o en las noches. En este deporte se tiene que cortar el agua con la tabla y las olas que el viento produce no siempre son las mejores aliadas, pues genera dificultad y hasta heridas en los deportistas.
Mientras prepara su equipo, Pablo Andrés Monsalve Acevedo, de 22 años, cuenta cómo incursionó en el mundo del wakeboard, más conocido como el esquí acuático sobre tabla, el resultado de diferentes deportes acuáticos, que tomó reconocimiento en los años 80.
Desde los 15 años este estudiante de Administración de empresas de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (Unab), se ha sumergido en una relación con otras disciplinas como esquí, el slalom y las figuras, pero ha sido el wakeboard -desde 2008- el que le ha dado todo tipo de satisfacciones y la impuesto toda clase de retos.

Y lo cuenta luego de la recuperación y de retomar sus entrenamientos, pues una fractura de rodilla y la ruptura de ligamentos y meniscos, lo alejaron de esta disciplina durante 2 años. Para 2015, este deportista se convirtió en ganador de las Paradas del Circuito Colombiano y clasificó para los Juegos Panamericanos, pero previo a las competiciones se presentó el accidente.
Pese a que los médicos le dijeron que no podía volver a practicarlo, él insiste, y para no repetir la experiencia, se ha dotado de un equipo que lo aleja, al menos, de más lesiones. Por ejemplo, adquirió unas rodilleras importadas y hechas a la medida, traídas de Estados Unidos, por un valor cercano a los 2 millones de pesos.
También cuenta con una tabla de nivel avanzado, elaborada en fibra de vidrio, carbono y poliuretano, y unas botas, cuyo valor alcanza los 2’500.000. Según explica, entre más carbono lleve la tabla mayor será su precio ya que esto la hace más resistente. “Una tabla tiene una vida útil entre los 10 a 14 meses dependiendo su uso”, comenta el deportista.
El Club Náutico Acuarela fue uno de los primeros en adquirir una tabla y una lancha para que sus socios y demás interesados pudieran empezar la práctica, convirtiéndose en pionero en la región. Sin embargo, debido al bajo nivel del lago, sólo se utiliza el lago de Casa de Campo.
Monsalve recorre aproximadamente 38,1 kilómetros desde el lugar donde vive hasta llegar a Casa de Campo, una sede del Club Campestre ubicada en la Mesa de los Santos, en donde invierte a la semana de 2 a 3 horas en prácticas, los martes y miércoles, así como el sábado en la tarde y el domingo en la mañana. Cada turno en la lancha es de 15 minutos y tiene un valor de 35 mil pesos.
Detalles de la práctica
Se utiliza una cuerda un mango amarrado a una lancha y de ahí es donde se sujeta la persona para ser halada y salir a la superficie. La velocidad Qué debe llevar la lancha para Elevar a la persona depende del peso del individuo pero se aproxima que debe ir a 27 kilómetros.
Cada practicante es quién escoge su velocidad, entre más despacio hacia la lancha más grande es la ola.

Diego Felipe Mantilla, de 22 años, estudiante de Administración de Empresas en la Universidad Pontificia de Bucaramanga (UPB) y un aficionado a este deporte del 2016, cuenta que maneja una velocidad de 25 millas por hora para lograr algunos saltos y trucos desde los 180 grados, así como los invertidos o botes.
En la jerga de este deporte son conocidos como wake to wake, spins, no hander, tumble turn. La combinación de saltos y trucos crea lo que se conoce como back side, front side y graps, que es cuando el deportista coge diferentes partes de la tabla en el Salto.
En Santander existía una liga que fue creada en el 2015, en ese mismo año desapareció por falta de unión entre los integrantes. Actualmente, no hay grupo pero hay cerca de 30 practicantes de forma independiente.
Según Monsalve, una de las mejores ciudades del mundo para practicar eso Orlando, Florida, y allí hay diferentes escuelas que han creado profesionales en el tema que se han retirado ya sea por edad, lesiones o accidentes que no le permiten continuar practicándolo.
A manera de conclusión, este universitario asegura que se tiene un estereotipo erróneo de este deporte, que se le considera un deporte para “vagos” en donde simplemente se quiere perder el tiempo o se incentiva el consumo de sustancias psicoactiva. Pero realmente es una disciplina que requiere dedicación.
“Se debe ir al gimnasio por mucho tiempo para hacer trucos y saber caer de la manera adecuada, también necesario tener suficiente fuerza en las piernas para no lesionarse y dedicar horas de práctica en lancha. Se maneja un nivel de estrés un poco elevado en el momento de intentar trucos nuevos y errar es un deporte de mucha técnica”, comenta Monsalve.
Los costos que se deben asumir en un día entrenamiento son alrededor de 70 a 120 mil pesos dependiendo de los turros que se deseen. Ese dinero es distribuido en gasolina, peajes de la Mesa de los Santos, los turnos y en los implementos que se tengan que comprar.
Por Paola Andrea Ardila
pardila279@unab.edu.co