El Instituto Cardiovascular de la FCV es la única institución en el país que instaura corazones artificiales como método definitivo ante las fallas cardiacas. Esta intervención usualmente es empleada para brindar más tiempo de espera y disminuir riesgos en pacientes que se encuentran en la lista de la Red Nacional de Donación y Trasplante de Órganos y Tejidos.
El implante de Dispositivos de Asistencia Ventricular de largo plazo (VAD) es una solución para personas que no tienen posibilidades de recibir un trasplante o que corren un riesgo muy alto de complicaciones durante el mismo.
Consiste en establecer el dispositivo en el interior del pericardio -membrana fibrosa que envuelve el corazón-, se une al ventrículo izquierdo y luego a la vena aorta. Desde allí, un cable sale a través de la piel y se conecta a un pequeño computador que lo controla. El aparato funciona con baterías recargables que duran aproximadamente 12 horas cada una. La turbina que genera las pulsaciones bombea 10 litros de sangre por minuto. Está diseñado para reducir complicaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes devolviéndole al corazón el 100 % de sus funciones.
El 4 de julio de 2014, la docente Cielo Judith González se convirtió en la primera persona en el continente en recibir un corazón artificial, tras sufrir una falla cardiaca avanzada –sucede cuando el corazón está debilitado de manera
que no puede llenarse ni bombear la sangre de forma eficiente-. Actualmente tiene 61 años y vive en Barbosa, Santander. Desde el momento de su operación ha podido disfrutar los últimos años sin complicaciones.
El doctor Luis Eduardo Echeverría, jefe del programa de Falla Cardiaca y Trasplante Cardiaco en Adultos, afirma que “su costo no es elevado si tenemos en cuenta que un paciente con esta situación en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) consume por lo menos $10 millones mensuales en su cuidado. Esto teniendo en cuenta que puede pasar meses e incluso años esperando un trasplante, por lo que el VAD es un gasto con múltiples beneficios, entre esos algo que no se compra con dinero: el tiempo de las personas para vivir su vida como deseen”.
El doctor Javier Castro, jefe del programa de Falla Cardiaca y Trasplante Cardiaco Pediátrico, plantea que es una alternativa muy viable para los niños, ya que un transplante en ellos requiere más especificaciones para ser compatible con sus cuerpos, por lo que el dispositivo se convierte “en la mejor opción para salvar sus vidas”.
Así es la vida después del implante VAD
Los sujetos que han sido intervenidos con esta técnica deben aprender a cambiar sus rutinas de tal forma que no llegue a afectar el dispositivo. Curaciones diarias, controles semestrales, bañarse cuidadosamente, restringirse alimentos, deportes y hasta acostumbrarse a cargar siempre con un bolso para transportar su computadora y sus baterías, son algunas de las cosas que las personas deben aprender poco a poco e irlo adaptando en su día a día. Sin embargo, y a pesar de que requiere tener cuidados especiales, hay quienes afirman que son sacrificios mínimos frente a la oportunidad de estar vivos.
A Tomás Gómez, de 54 años, se le instaló la válvula el 7 de septiembre de 2018, tras sufrir dos paros cardíacos que por poco le arrebatan la vida. “Yo duré ocho meses aproximadamente postrado en una cama en la UCI, no podía caminar, ni ir al baño, ni siquiera asearme por mí mismo. Para mí eso no era vida, después del procedimiento volví a recuperar la calidad de vida. Poder hacer las cosas de forma autónoma no lo cambio por nada”, cuenta.
Otro caso es el de Octavio Parra, de 74 años, quien ingresó al sistema de salud por un paro cardiaco que parecía el fin; sin embargo, el 18 de enero de 2018 lo intervinieron quirúrgicamente para ponerle un corazón con latido artificial. “Desde ese día entendí que no importan muchas cosas sino lo que se haga con el tiempo. Camino igual, salgo igual, vivo igual, solo más agradecido”, afirma. Asimismo, comenta que su rutina no ha variado mucho. En las noches duerme conectado a la corriente mientras sus dos baterías cargan para usarlas al día siguiente. “Nunca dejo que se me descarguen totalmente, hay quetener cuidado”, agrega. Su esposa, Myriam Rojas, agradece que su compañero sentimental haya tenido otra oportunidad. “No puede comer nada verde y todo el trabajo es de oficina, porque trabajar con máquinas le puede afectar. Yo le hago curación todos los días en los orificios de loscables. Algunas cosas cambiaron pero está vivo, eso es lo más importante.
Proyecciones
El ucraniano Maksym Gnybeda es el primer paciente fuera del continente en ser intervenido. Esto fue posible debido a que la FCV
realiza labores logísticas y de investigación antes de proceder para asegurarse de la viabilidad del seguimiento del paciente en su lugar de residencia. Lo que se busca es que no solamente personas de Latinoamérica puedan acceder a esta tecnología, sino cualquiera en el mundo que sea candidato y pueda obtenerlo porque cuenta con el soporte médico necesario para atender cualquier novedad que presente. Además, la institución hace énfasis en que esto es posible en gran parte porque han querido derribar las barreras entre doctores y pacientes, pues genera una relación de confianza con las personas y conoce a profundidad sus necesidades, esa es la clave de sus buenos resultados.
La válvula que se utiliza actualmente es la segunda versión. Según el doctor Leonardo Salazar, director del Programa de Corazón Artificial, el mecanismo funciona mejor, ya que hasta el momento no ha presentado bajas y tiene una vida útil de aproximadamente 30 años; sin embargo, afirma que el objetivo de transformarla es para que sea menos invasiva. “Enfocarse en que sea más pequeña y que el sistema pueda ser menos complejo y más independiente es el paso que sigue para hacerle la vida más sencilla a nuestros pacientes”, afirma. También cuenta que “hay personas que han durado 15 años con un corazón artificial sin necesidad de retirar. Hasta ahora nuestros pacientes sobrevivieron la cirugía y al seguimiento sin necesidad de hospitalizarse, y sólo con algunas restricciones que se pueden manejar satisfactoriamente”.
Por Gabriela Jaimes Galindo
gjaimes326@unab.edu.co